El Internet comparte la misma estructura elemental común a todos los medios masivos de comunicación del siglo XX: básicamente un soporte físico de información difundido en un canal de distribución masivo. Al igual que la Radio y la Televisión, el Internet no es más que una plataforma para generar contenido intelectual que logra ser valioso por su capacidad de hacerse accesible a millones de personas casi instantáneamente. Al compartir la misma lógica, el medio está destinado a compartir también su misma historia; el cuento que se repite una y otra vez: El Estado y las corporaciones logran entender el valor de que su voz sea amplificada, predican sobre el “peso” de estos canales de comunicación, y bajo el pretexto de alguna amenaza por su mal-uso, crean legislación e instituciones para su regulación, con la verdadera intención de dominarlo, dictaminar su uso masivo y explotar su poder para la homogenización.
Siguiendo esta lógica no es de sorprender que actualmente el Internet se enfrente a numerosos esfuerzos por controlarlo, con la ley SOPA y el cierre de páginas estratégicas; lo que es verdaderamente sorprendente es que escenarios así se hayan tardado tanto en presentarse. Ahora lo emocionante es ver que esa lucha, por haber surgido defesada a la evolución del Internet, se está dando en un momento en el que el medio ya se ha constituido y se ha definido por un una plataforma de contenido creada por usuarios. Blogs, paginas personales, redes sociales, etc: todos representan una manera de usar un medio universal de una manera local y autogestionada, lo cuál choca con el modelo de lucro de los medios tradicionales, que dependen de roles definidos y delimitados entre consumidores y productores, y que está tratando de imponerse brutamente a través de legislaciones como la de SOPA.
Aunque me emocione que la batalla esté en primera plana y haga evidente tantas contradicciones de nuestra industria cultural, yo lastimosamente predigo que lo que le espera es la derrota. Mientras las grandes corporaciones controlen los medios físicos por los cuales se transmite la web, no importa cuanto esfuerzo se haga por definir las reglas de su contenido, el poder sobre su distribución determinará su uso. Mientras los poderosos sigan dueños de los espacios físicos donde vive el Internet, y la red de cables y conexiones que la hacen llegar a nuestras casas, la batalla por su control popular está perdida. Lo que le espera al Internet es censura, regulación y más mercantilización.
Por eso la única opción que queda es la que le tocó a la radio y la que la televisión nunca tuvo: La trasmisión pirata.
Ya hay un grupo de ciber-ñoños liderando este esfuerzo, se llaman Hackerspace Global Grid (HGG), y bajo el ánimo de “remover el Internet del control de entidades terrestres” han creado un proyecto para desarrollar la infraestructura física necesaria para un Internet sin censura que resida en el espacio exterior. Al igual que los ingleses de los 60 que trasmitían el rock and roll prohibido por el estado desde botes y refinerías a mar abierto, estos nerdatos han entendido que la única manera de hacer un medio completamente libre es situándose estratégicamente a los márgenes territoriales del poder. Su proyecto, que fue propuesto en agosto del año pasado en el Chaos Comunication Congress en Berlin, ya ha recibido el apoyo de Constellation, un grupo de investigación universitaria de exploración aero-espacial, y ha incluido entre sus aspiraciones mandar a un astronauta amateur al espacio en los próximos 20 años. Así suene descabellado, este grupo asegura que las condiciones para que se de la primera fase del plan ya se están presentes en este mundo. Científicos de pocos recursos han estado mandando cosas al espacio por décadas usando globos de aire caliente, el único problema es que satélites usando este tipo de tecnología habían sido muy difíciles de rastrear y operar. Lo que HGG propone, y en lo que está trabajando ahora, es una red de transmisores locales que se puedan vender por menos de 100 dólares, que cada usuaria tendría en su casa, para que juntos puedan crear una especie de “gps inverso” para localizar los puntos exactos de los satélites y de esa manera establecer comunicación estable entre ellos. La idea es lograr una infraestructura de comunicación de información que no dependa de las líneas tradicionales de teléfono y fibraóptica que son reguladas por el estado y por grandes compañías.
Ojala los “usuarios” sean exitosos y logren definir las reglas de juego del mundo virtual que ellos mismos han creado; pero si es que estos fallan en resistir la reapropiación por parte del poder, que quiere inundar de fantasías de propiedad a este mundo inmaterial que fue creado por conexiones humanas que escapan la lógica mercantil, entonces ojala que de esa derrota salgan forajidos espaciales que defiendan las utopías forjadas por una generación que se crió con pornografía gratis.
